LA TOMA DE CUAUTLA
POR ZAPATA - 1a parte
Autor: Anónimo
Noble Presidente D. Porfirio Díaz,
te fuiste para la Europa,
dejaste esta tierra regada, á fé mia,
con sangre de mil patriotas,
por tu cruel gobierno y tu tiranía
el pueblo al fin te despoja
de aquél gran imperio que en él ejercías,
contemplándolo un idiota.
Fuiste protector sublime
de los valientes hispanos,
y padrastro el más temible
de los indios mexicanos,
sin embargo, fuiste libre,
siendo responsable á tanto;
mientras más grande es el crimen
más gracia encuentra el culpado.
Sin duda pensabas que era hereditaria
la silla presidencial,
y que de ella dueño te había hecho
Tejada cuando venciste á la par;
del Sufragio libre también te burlabas
y la ley electoral
frente á las casillas ponías fuerza armada,
para al fin poder triunfar.
Hasta que el Pueblo aburrido,
llegó á empuñar el acero,
guiado por un fiel caudillo
que es don Francisco I. Madero,
un hombre noble y benigno,
que vino á salvar al Pueblo
del fango en que estaba hundido
más de treinta años, recuerdo.
D. Francisco I. Madero apareció
en Chihuahua, como el Mesías prometido,
diciéndole al pueblo,
levántate y anda
yo siempre seré contigo;
entonces el Pueblo, cual Lázaro anda
y al notarlo don Porfirio
se llena de miedo y á París se lanza
Corral, buscando un abrigo.
Aquel espectro salió
ensangrentado y altivo;
diciéndole á don Porfirio:
traidor, tu día se ha cumplido;
recuerda que pedían justicia
y no diste oído,
esa voz que te decía
Velardeña y Tehuitcingo.
Tú has sido la causa que muchas
familias se encuentren en la miseria;
huérfanos, afligidas viudas,
sin un albergue siquiera!
pues dejas la Patria convertida en
ruinas con el furor de la guerra!
mi pluma no alcanza á escribir estas
líneas que requiere la tragedia.
Por ti fueron bombardeadas
muchas ciudades hermosas,
entre ellas la Heroica Cuautla
de Morelos tan preciosa,
tierra bendita inmolada
por la mano caprichosa
de aquellos que ambicionaban
la Reelección afrentosa.
D. Eduardo Flores, jefe del distrito
y toda la aristocracia
como Porfiristas juzgaron preciso
la defensa de la Plaza,
para mayor gloria llevaron al 5º.,
al furor de otras comarcas,
pero allí tres piedras nomás con los
indios huarachudos de Zapata.
Ciertas personas decían
que si Emiliano Zapata
entraba le ahorcarían;
¡oh qué lujosa bravata!
Necios, tal vez no creían
que en esas horas infaustas
caía don Porfirio Díaz
del poder y de la gracia.
D. Eduardo Flores quizo, aunque
cobarde, contrarrestarle á Zapata;
decía en sus furores que habían de
matarlo pero no daba la Plaza;
confiaba en los hombres del 5º.
indomable que tenía la supremacía;
don Eduardo Flores es el responsable
de la destrucción de Cuautla.
Cuautla hermosa de Morelos,
porqué es tan grande castigo,
tus edificios, suburbios
todos los miro destruidos,
tu Palacio de Gobierno
en cenizas convertido,
es la venganza de un pueblo
bastante tiempo ofendido.
Culpa la imprudencia de tus nobles
hijos, que en un lenguaje altanero,
decían con frecuencia que el gran D.
Porfirio valía por veinte Maderos
á esa sentencia se habían adherido
los más valientes íberos,
y otros individuos que por
conveniencia protejían aquel gobierno.
Creían los privilegiados
porfiristas de esa tierra
que el pueblo sería burlado
otra vez como con Leiva,
hoy los rifles en la mano
tenían por votos la guerra
y por casillas tomaron
del Gobierno las trincheras.
El 13 de Mayo qué gusto tenían
algunos ricos del Pueblo,
porque los rebeldes tal vez entrarían
como un rebaño al degüello;
que el triunfo era de Madero
y que sus palacios pronto quedarían
consumidos por el fuego.
Las soldaduras gritaban
¡viva el Quinto Regimiento!
el asombro de Chihuahua, Sonora
y otros encuentros,
el Quinto de oro es de fama,
no como ustedes, Nigüentos,
hay verán, patas rajadas,
les servirá de escarmiento.
Entren, muertos de hambre, indios
calzonudos, huamuchileros idiotas,
vamos á probarles que aquí
Guanajuato y nomás puro Guanajuato!
sin hacer alarde estamos seguros
que la Plaza no la tocan,
si desengañarse quieren; huarachudos,
entren á traer su derrota.
¡Viva la Guadalupana!
gritaban los insurgentes,
que es la Reina soberana
de los indios de Occidente!
Viva el héroe de Chihuahua!
¡Muera el héroe de Chihuahua!
¡Muera nuestro Presidente!
Pelones del 5º., salgan al campo
si son valientes.
Llegó el 19 de Mayo
glorioso para los Libertadores
y el Quintito de oro, siendo tan
famoso corrió de sus posiciones,
aunque para ellos fue muy vergonzoso,
por tener tanto renombre,
salieron corriendo aquellos colosos,
hacia donde el sol se pone.
Morelos, dijo un soldado
que iba ya retrocediendo,
más vale morir parado
y no sucumbir corriendo;
el Quinto dijo al contrario:
vale más un tiro huyendo
y no frente á un triste cuadro
recibir cinco certeros.
Por el rumbo hacia el poniente,
salida del Hospital,
salió esa falange de bravos leonenses
tratando al fin de escapar;
como era probable ese punto inerme
se encontraba en realidad,
pues no creía nadie de los insurgentes,
que corriera un militar.
Yo como idiota no entiendo
ese triunfo que asegura
"El Imparcial" que escribiendo
se hagan noticias impuras;
dicen que salió venciendo
el Quinto de oro en su fuga,
si así se triunfa corriendo
yo soy un héroe sin duda.
Dice "El Imparcial" que solo tres
muertos tuvo el gobierno aguerrido
y de los demás suma cuatrocientos,
entre muertos y heridos;
qué barbaridad! Si de esos sucesos
yo no fuera un fiel testigo
tendría que aceptar ese triunfo
incierto como un hecho positivo.
La prueba es que unos salieron
disfrazados de señoras,
y otros como limosneros,
fingiendo humildad de sobra;
otros al fin sucumbieron
en tan funesta maniobra,
y los restantes corrieron;
ese es un triunfo á la moda.
LA TOMA DE CUAUTLA
POR GONZÁLEZ
2a parte
Autor: Samuel Lozano.
(Bola)
Nobles ciudadanos vengan a escuchar
lo que traigo en mi memoria,
de lo que pasó en Cuautla Morelos
que es una cosa notoria.
El ocho del mes de mayo
de mil novecientos once
hubo una acción en Morelos
la cual mi patria conoce.
Fue ese día muy renombrado,
un viernes por la mañana
rompieron el sitio hacia el poniente
toditos los federales.
En el barrio del Calvario
el paso estaba cerrado,
pues el quinto Regimiento
estaba muy bien armado.
Todo el regimiento con mucho valor
tomaron colocación
unos en el Hotel de San Diego
y otros hasta la Estación.
Los maderistas se hallaban
en la iglesia de San Diego
y al ver a los federales
en el acto hicieron fuego.
En la azotea del hotel San Diego
habían perdido muchos soldados,
y huyeron pronto del fuego
rumbo al centro bien fogueados.
Los maderistas avanzando
tiraban con dinamita,
las paredes horadando
hasta llegar a la Ermita.
El quinto Regimiento se hallaba en el Centro
todos bien atrincherados,
y estaban tirando por las bocacalles
creyéndose asegurados.
Los federales peleaban con mucho valor
que en ese Cuautla Morelos
tan pronto habían de perder.
Emiliano Zapata con toda su gente
con brío empezó a avanzar,
gritando, muchachos, tiren sin temor
que les vamos a ganar.
Empezaron a arrojar
unas bombas explosivas
sobre los pobres soldados
desde las partes de arriba.
Por fin han peleado con mucho
denuedo los de tilma y de huarache
sobrenombre vago que le puso
al pueblo el periodista Fernández;
el calzón le ha dado al pantalón
ejemplo de valor en este lance,
y el botín realzado noble y caballero,
perdió en compañía del traje.
Según la ley constituida
por el demócrata Juárez,
no hay jerarquías en la vida,
toditos somos iguales;
el ropaje es una insignia
de aparentes cualidades,
es nobleza por encima
y por dentro necedades.
¡Oh! grandes Aquiles de la raza azteca
quisiera ser un Homero
y en poesías sublimes cantar las
proezas de vuestros hechos guerreros
mas mi pluma humilde sólo se concreta
a ensalzarlos con esmero,
pues este que escribe no es un grande poeta,
sino un pobre parrandero.
En el altar del Olvido se ponga
esta inscripción,
con letras de oro esculpido
para que vea la Nación:
Sufragio libre efectivo
y muera la Reelección,
que es lo que nos ha traido sangre,
fuego y destrucción.
Muchos soldados murieron
allí, del quinto Regimiento,
era aquel un sitio muy triste
con tanto herido y lamento.
Se huyó el resto de soldados
a refugiarse en las casas
del señor don Juan Narganes,
y de Dámaso Barajas.
Otros llegaron a la Estación
metiéndose a los furgones
tratando de escapar su vida
de los malos ofensores.
Allí los encontró el enemigo
que fiero los perseguía,
y los pobres soldados lueguito se dieron
y allí terminó su día.
Bañaron de gasolina
los furgones donde estaban
los prendieron sin fijarse
en los gritos que ellos daban.
Los pobres soldados ya chamuscados,
pues la lumbre los quemaba,
así acabaron los pobres sus días,
su deber se los mandaba.
Todos los pobres soldados
convirtiéronse en ceniza
y fueron sus restos tirados
en los campos de Cuauhuistla.
También un pueblo llamado Cuauhtlixco,
en las cercanías de Morelos
pasado el tinaco del ferrocarril,
fue el panteón de esos guerreros.
Abandonaron la plaza
pocos de aquellos soldados
pues que muchos prisioneros
fueron después fusilados.
De esta manera tan triste
entró Zapata a Morelos,
saqueando comercios ricos
e incendiando hasta los cerros.
Estas hazañas terribles
traen las guerras intestinas,
en que la sangre de hermanos
corre por causas mezquinas.
En fin, señores, me voy
y me despido con afán,
si no les hubo agradado
las faltas perdonarán.